Pues si. Hoy 12 de Octubre, día de mi 43 cumpleaños, sale mi ya habitual “Post Anual”. Este año, no voy a engañaros, es larguito. ¡Pero es que me han pasado tantas cosas!
Me anima mucho la cantidad de gente que visita el blog, gente que me escribe, e incluso gente que después de haber leído algún artículo, me ha contactado para conocernos en persona. Lo cierto, es que en primer lugar el blog me sirve a mí, para tomar conciencia de todo lo que voy avanzando cada año, y la verdad es que de vez en cuando releo algún artículo para recordar mis experiencias pasadas.
Pero visto lo visto, el blog está ayudando a gente a plantearse aprender a programar en Ironhack, a conocer Devscola en Valencia (comunidad de aprendizaje de programación), o a tener una opinión más de mi empresa (The Cocktail), la cual, no ha cambiado, a pesar de lo duro que está siendo este año. Y todo esto me hace pensar que, por poca que sea, algo de responsabilidad sí que tiene lo que pueda escribir aquí y en este post no va a ser menos.
En el post anterior hablaba de cómo había sido mi primer año trabajando de forma totalmente remota y ¡vaya!, parece ser que este año se ha puesto de moda. Poco de excepcional tiene ya ahora. Pero, así como para muchas personas, el trabajo en remoto ha supuesto una nueva experiencia y cambio total en su forma de trabajar, para mí, ha sido exactamente lo mismo. Bueno, diría que incluso mejor, ya que todos mis compañeros se han puesto en modo “remoto”, lo que hace que en igualdad de condiciones, todo fluya más.
Resumiendo el año laboralmente, diría que ha sido un año de crecimiento técnico, en el que sigo progresando, en el que estoy aprendiendo nuevas tecnologías y he desarrollado mis proyectos personales, como codedrawer.app, que es una especie de “Archivador de código” para guardar notas y trozos de código, y tenerlos rápidamente accesibles, así como poder compartirlos. Es libre y gratuito para quien quiera usarlo.
Pero lo cierto es que he llegado a estar bastante agobiado con la sensación de nunca saber lo suficiente. He dedicado muchas horas de mi tiempo libre a hacer cursos online, a estos “side-projects”, y en definitiva meter más horas de programación para tratar de compensar mi poca experiencia. Al final, me pasaba muchas noches y fines de semana dándole al código y esto estaba teniendo para mí un precio altísimo: mi salud.
Salvo una época de mi adolescencia, yo he estado siempre gordo.
No recuerdo cuándo superé los 100 kg. de peso, pero desde luego que era bastante joven. Y durante toda mi vida he hecho tropecientas veces dieta, y de muchos tipos. Cuando me conciencio, tengo bastante fuerza de voluntad y siempre adelgazo mucho (nunca lo suficiente), pero la fuerza de voluntad durante un tiempo muy prolongado se termina y en un tiempo recupero mi peso, e incluso lo supero. Algo bastante frustrante.
También hubo una época en la que hacía bastante deporte, y fue cuando mejor me mantuve. Pero tras la universidad, cuando empecé a trabajar, con horarios de sol a sol, no me quedaba tiempo libre, y lo peor, mucho estrés.
El caso es que año tras año iba aumentando de peso. Y cuando empecé a programar, ¡hace ya 4 años! la cosa se desfasó totalmente. Al principio, por lo mal que comía en Madrid, después por el “esmorzaret” casi a diario en Valencia, por todo el tiempo que me paso sentado delante del ordenador, moviendo solo los dedos, y en general por la vida ultrasedentaria.
Estar gordo, así como concepto estético, en realidad no es el problema. Pero es un estado de salud llamado obesidad, con muchos problemas de salud añadidos que empezaban a aflorar: dolores en las articulaciones, problemas de circulación sanguínea, tensión alta, hígado graso y grasa visceral. Posiblemente con una resistencia a la insulina importante, y con todas las papeletas para convertirme en diabético. Incluso la endocrinóloga me llegó a decir que me plantease entrar en un quirófano para ponerme una banda gástrica.
Desde que empecé a pensar en todo lo que quería escribir en este post, tenía muy claro que no quería revelar cuál ha sido el peso máximo que he llegado a alcanzar, quizá por pura vergüenza. Es algo que he mantenido en secreto siempre, incluso a Clara, mi novia. Solo lo sabía mi endocrino. Pero aquí he venido a hablar a pecho descubierto de esto, y he decidido que lo voy a contar.
Para yo mismo poder saber mi peso, tuve que ir a la consulta de la endocrinóloga, ya que una báscula casera no alcanza tanto peso. La doctora me pidió que me pesara. La báscula marcó 159 kg.
El alma se me cayó a los pies. Como siempre cada vez que me pesaba.
Y después de esos momentos angustiosos, seguía con mi vida, y con todo lo que me hacía seguir aumentando de peso. Tengo claro que he debido superar los 160 kg, pero nunca sabré en cuanto. También he de decir que mido 1’85 m.
Como siempre, he de recordar, que todo lo que cuento es mi experiencia y solo mía. No generalizo. Solo cuento mi vida. Y lo recuerdo, porque quiero contar algunas anécdotas de mi vida con obesidad.
A pesar de que sé que tengo un problema de salud importante, la mayor parte del tiempo mi cerebro me engaña:
- Me miro al espejo, y sí, sé que estoy gordo, pero no me veo tanto como en realidad estoy.
- Mientras haya ropa que me quepa, pues vas tirando, aunque gaste la 4XL ya apretada.
- Cuando termino mi plato hasta arriba de comida, si hay más, me puedo plantear sin problemas repetir, pero no perdono la merienda y la cena.
- Tampoco perdono el “esmorzaret” diario, muy típico en Valencia, consistente generalmente en un bocadillo con relleno variado (los valencianos le metemos de todo al pan), bebida, acompañado de cacahuetes y/o aceitunas, y un café para rematar.
- Y cuando he cenado bastante, pero me acuesto tarde, y me vuelve a entrar el hambre. Y con hambre no me puedo dormir, así que me aprieto un tazón de leche con cereales.
Parece que uno no quiere ver el problema que tiene, y a menudo lo invisibiliza. Y por otra parte, soy una persona con la autoestima bastante alta, lo cual es algo que ayuda mucho a sobrellevarlo, pero no a solucionarlo.
Pero en el día a día, hay muchos momentos que me pegan una buena bofetada de realidad, para ponerme en mi sitio y ver el problema:
- Como cuando te tienes que comprar pantalones nuevos, porque los anteriores los has roto por el roce de la entrepierna, y cada vez que eso ocurre, necesitas una talla más.
- O como cuando vas al banco, y en la cabina del detector de metales, se escucha la locución “Por favor entren de uno en uno”. ¡La jodida cabina también te pesa!
- O cuando vas a subir a un ascensor con más gente, y observas las miradas de todos hacia el panel, por si indica que se ha superado el peso, que alguna vez ha pasado.
- O cuando eliges la terraza del bar a la que vas en función de si te cabe el culo en las sillas. También te haces experto en la resistencia de cada tipo de silla. Por supuesto, las terrazas con sillas de tela y madera están vetadas.
- O cuando viajo en el tren o en el avión. Siempre trato de pedir pasillo, ya que en los otros asientos no quepo ni a lo largo, ni a lo ancho.
- O cuando salgo del Metro en Madrid, siempre tengo que entrar de perfil para pasar bien por el ancho de los tornos.
- O que te inviten a una boda/bautizo/comunión y digas que no puedes ir, pero en realidad es que no te viene el traje, y no encuentras otro de tu talla.
- Y por supuesto, las personas que más te quieren, que ven como poco a poco se te va la salud, te avisan. Y se preocupan, y sufren por ti.
Y así un sinfín de cosas…
Con todos estos avisos, uno se conciencia del problema, y lo sufre, pero la vida sigue, y es tremendamente difícil romper el círculo vicioso.
He hecho muchas dietas, y ¿para qué?, ¿para luego engordar más? Bueno, me apunto a natación y trato de comer mejor. Pero no es un propósito firme. En el agua me siento más ligero, hago algo de ejercicio, pero la comida sigue siendo prácticamente la misma. Y me doy cuenta de que tengo que perder tanto peso que no sé por dónde empezar. Y no empiezo. Y el problema sigue. Y sigo aumentando de peso.
De entre todos los avisos que voy recibiendo, hace un año, hubo uno que fue el que me dió una de las hostias más gordas. Mi hijo Hugo, me preguntó un día:
– ¿Papá, cuándo me vas a enseñar a jugar al “frontón”?
Posiblemente, el deporte que más he practicado en mi juventud ha sido este. Me pasaba horas jugando todas las semanas, pero le tuve que explicar a Hugo que ahora no podía jugar, que pesaba mucho, y que no podía correr. Se me partió el alma.
Necesitaba solucionar esto de alguna manera, y tratar de salir de este callejón sin salida en el que me encontraba.
Hasta ahora, siempre había tratado de hacer dieta, pero sin hacer deporte, por lo que perdía peso y mucho músculo, me cansaba de la dieta, y el efecto rebote me hacía ganar mucho más peso y nada de músculo, por lo que cada vez estaba peor. Ahora pienso que si nunca hubiese hecho dieta, no habría llegado a estar tan mal.
Esta vez decidí cambiar de estrategia: pensé en empezar haciendo deporte y ya vería cómo afrontaba el tema de la alimentación. Al final del anterior post comenté que había empezado a entrenar con un entrenador personal y había empezado a remar.
El Killer: “Tú crees que no puedes, pero yo sé que sí.”
En mi Instagram doy bastante “la turra” con mis sesiones de remo, y nunca comento nada de mis entrenamientos con el entrenador, sin embargo voy a aprovechar el momento para hablar de lo importante que ha sido para mí y está siendo Miguel: EL KILLER. Así lo llamamos en casa.
Mi idea de contar con un entrenador personal era, por una parte, empezar a moverme evitando lesiones y por otra, la de tratar de blindar un concepto bastante importante para conseguir mi objetivo: Compromiso.
Apuntarte a un gimnasio o a la piscina está bien, pero muchas veces es fácil no cumplir. Qué frío hace, me quedo en casa. Qué cansado estoy, me “achoco” en el sofá. Tengo mucho trabajo, me quedo a terminarlo… Si quería asegurarme de no faltar a ningún entrenamiento, mi compromiso tenía que ser con otra persona, no con un gimnasio.
Tenía muy buenas referencias de él: “Sus amigos no quieren entrenar con él, porque es muy duro”.
Pues bien, a principios de Septiembre de 2019, acordé hacer un entrenamiento simplemente para probar, en el Paseo Marítimo de la Patacona en Alboraya. Sinceramente, ese día estaba acojonado ante la dolorosa incertidumbre de lo que me esperaba.
Cuando llegué me dijo:
– “Corre hasta el final del paseo y vuelta”.
– “No puedo correr”. Le respondí.
– ”Pues anda rápido”.
Esa primera ida y vuelta es lo único que recuerdo con agrado. A partir de ahí, todo se volvió un infierno. Recuerdo la falta de respiración, las ganas de vomitar, el sudor que me cegaba la vista, y el patético espectáculo que estaba dando con el paseo lleno de gente. Cuando llevábamos media hora ocurrió algo. Sonó mi teléfono. Se lo había dado a Miguel porque yo estaba de guardia. Efectivamente era una llamada del trabajo. Jamás en mi vida pensé que me alegraría tanto por una llamada al teléfono de guardias.
Ahí terminó el entrenamiento de prueba. Y a partir de ahí empecé a entrenar con Miguel dos veces por semana, y a partir de entonces he sabido lo que es vivir día tras día con agujetas. Como siempre digo, “el mejor momento del entrenamiento es cuando se acaba”.
Pasaba el tiempo, y mi progresión se iba haciendo patente. Ya podía correr un poco, aunque tenía que parar porque me dolía la espalda. Ya podía subirme al escalón del paseo sin dar tanta carrerilla. Ya podía tumbarme en el suelo sin tener que ponerme primero de rodillas. Y también iba notando que el pantalón empezaba a venirme algo más holgado. Pero no podía saber cuánto iba perdiendo. Mi báscula solo pesa hasta 150 kg, y a partir de ahí solo muestra el mensaje “Error”. En cuanto a alimentación, trataba de no pasarme, pero tampoco llevaba ningún control al respecto.
Para mí hubo un momento épico en el proceso. El 2 de enero de 2020, al inicio del entrenamiento empecé a correr, como siempre. Llegué hasta el final del paseo, y me di cuenta de que quizá podría seguir corriendo, e hice toda la vuelta emocionado. Estaba sudando, y Miguel no se dio cuenta de mis lágrimas al volver, habiendo podido correr seguido sin parar todo el camino. Desde entonces, salvo por algún dolor puntual de espalda, siempre he hecho todo el recorrido corriendo.
Por cierto, también tengo un “miniclub de fans”. Algunos habituales del paseo de la Patacona que llevan viendo mi evolución desde el principio, me lanzan palabras de ánimo siempre que nos cruzamos, lo cual agradezco. Incluso hay una señora que se preocupa por mí. Porque ve que Miguel “no tiene piedad” y a la señora le da miedo que me dé algo en el corazón.
Desde que empecé a entrenar, a pesar de lo duro que es, en ningún momento he pensado en dejarlo. Y fue precisamente por el compromiso. Pero no solo por mi compromiso con Miguel. Diría que el compromiso más fuerte ha sido el de Miguel hacia mí. Cuando me di cuenta de esto, supe de lo acertado que había sido contar con él. Cada día me tiene preparada una “maldad” nueva con la que hacerme sufrir, pero me ayuda y me motiva hasta el último momento. Siempre me dice: “Tú crees que no puedes, pero yo sé que sí.”
Por otra parte, no permite que se pierda ningún entrenamiento. Si por algún motivo, algún día no podemos entrenar, lo cambiamos a otro día.
Durante los meses de confinamiento, seguimos entrenando online desde casa, pero tuve algunas dificultades económicas puntuales derivadas de la pandemia que me impedían seguir pagándole, y se empeñó en seguir entrenándome, y no solo dos días a la semana, sino tres. Quizá él no era consciente, pero en esos momentos me estaba regalando vida.
Así es. Mi percepción es esa. Cada vez que termino un entrenamiento, es lo que me llevo conmigo: VIDA.
Contar con Miguel es lo mejor que he podido hacer. Entrenar no solo me está ayudando a mejorar (transformar) mi condición física, sino que me ha ayudado a dejar de ponerme límites yo mismo. Cuando creo que ya no puedo más, Miguel me demuestra que puedo muchísimo más, con esfuerzo, sudor y sufrimiento, pero puedo. Es lo que he bautizado como “Actitud Killer: No ponerte límites, sólo retos”. Y esa actitud me ha hecho un “click” en la cabeza, y me ha llevado a plantearme nuevos retos. Más adelante lo cuento.
Ah, y ahora se ha unido a los entrenamientos con el Killer mi hermana. Lo cual me encanta. Tenía ganas de hacer algo juntos, aunque fuese arrastrarnos miserablemente por la playa.
El Remo: “Cuando te bajas del barco, no eres el mismo que el que ha subido”
El remo ha sido, digamos, la parte más “divertida” de mi actividad deportiva. Comencé a remar poco después de empezar a entrenar con Miguel.
Clara ya remaba hace tiempo, y lo dejó porque se fue a trabajar a Madrid. En verano de 2019 volvió a remar en el Club de Remo Ciudad de Valencia recién inaugurado. Y yo quise probar.
Le preguntamos a JuanBa, el entrenador (y presidente del club) si yo, con mi peso, podía subir a la embarcación a entrenar. Y también apostó por mí. Así que empecé a remar en la modalidad de “Banco Fijo”. Remar requiere de mucha sincronización y de mucha resistencia y de una buena condición física. Al principio es importante aprender la técnica, pero a la vez hay que ir reforzando todo el “core”.
En cada palada, hay una parte que consiste en tumbar el cuerpo lo suficientemente hacia atrás, para que antes de levantarte, el remo pase por delante de tu abdomen. Durante los primeros meses, a mitad de entrenamiento casi no podía tumbar. Pero conforme iba pasando el tiempo, combinando remo con los entrenamientos con El Killer, iba notando como mis abdominales se han ido haciendo más fuertes, y he ido perdiendo barriga, mejorando mi técnica y fuerza.
Que sea la parte divertida, no exime de que sea duro. Es muy duro, pero es un deporte que combina, fuerza, resistencia, técnica, disciplina, trabajo en equipo y compañerismo, que se practica al aire libre, en el puerto o en mar abierto. No existen individualidades, no hay estrellas. Todos son importantes. Una embarcación de remo es una “maquinaria” formada por ocho remeros y/o remeras y un/una timonel.
Cuando estás en pleno entrenamiento, tu mente se centra en el remo de tu compañero de delante. Solo tienes que repetir su movimiento, al mismo tiempo, de forma sincronizada. El remo entra a la vez en el agua, y sale a la vez del agua. Entre que entra y sale, haces fuerza con las piernas, luego con el abdomen mientras tumbas y aguantas tumbado para finalmente alargar la palada con los brazos. Es un movimiento repetitivo, que agota, pero cada palada tiene que ser tan fuerte como si fuese la última, para hacer deslizar el barco. En todo ese proceso, solo puedes concentrarte en remar. Desaparecen los problemas y el estrés. Solo oyes el chapoteo de los remos, al timonel marcando el ritmo, y de fondo los ruidos de las grúas del puerto. Es una terapia brutal. A veces, cuando te bajas del barco, no eres el mismo que el que ha subido.
Es un deporte para todas las edades. Existen todas las categorías y cualquier persona lo puede practicar en cualquier nivel. Las regatas son apasionantes y la deportividad que se respira entre los equipos es brutal.
Quizá ya lo has notado. El remo me apasiona. El deporte en sí, y el ambiente que genera. Y quiero practicarlo para siempre y crecer dentro del equipo para algún día poder competir.
Pero… Si, hay un “pero”. Para poder competir, hay que tener una condición física, y un peso que no sea un lastre para el equipo y a día de hoy, todavía no cumplo con esa premisa.
Pero con Miguel he aprendido que en realidad nunca debemos marcarnos los límites a nosotros mismos. Hay que salir a buscarlos y esforzarse en superarlos. Actitud Killer.
Y aquí es donde os cuento mis retos:
- El primero es poder ponerme algún día un platanito (el uniforme de remero) y que me quede dignamente y no parecer una botifarra.
- El siguiente es poder entrenar en un “Llaüt”. Es una embarcación ligera en la que por mi peso todavía no puedo subir (pero ya me queda menos).
- Y el último, por ahora, es verme algún día compitiendo en una regata.
¿Son límites? Hoy sí, pero a medio/largo plazo, no.
En las últimas semanas ha habido novedades en el Club, y se han incorporado nuevos entrenadores, que están metiendo más entrenamientos de cara a quienes quieran mejorar y competir, y yo me he metido de lleno en los mismos.
Hay un dicho en el remo que es “Las regatas se ganan en los entrenamientos, el día de la competición es para recoger la medalla”.
¿Y qué pasa con el peso?
Si, no he dicho nada de cuanto peso he bajado. Lo he dejado para el final.
Dado que nunca sabré cuál fue realmente mi peso máximo, decidí poner yo el tope de 160 kg. a partir del cual poder medir, aunque sé que me quedo corto.
Como he comentado, al principio no tuve muy en cuenta la alimentación, y aunque notaba que los pantalones me venían más anchos, no sabía lo que perdía porque mi báscula no llegaba.
Me convencí de que necesitaba hacer alguna dieta, así que empecé una con la que comía muchas manzanas, con la que por fin pude ver mi peso en casa. Y llegué a perder unos 15 kg., pero tras el confinamiento y la salida a las terrazas, las cenas pendientes con amigos y familia, y la posibilidad de volver a los “esmorzarets”, recuperé varios kg, a pesar de mis entrenamientos. De hecho, me volvió a doler la espalda cuando corría.
Pero este verano empecé a documentarme sobre las dietas bajas en hidratos, o dietas cetogénicas. Es algo totalmente contrario a lo que hasta ahora nos habían enseñado. Comer grasas y reducir los hidratos. La pirámide nutricional al revés. Me he informado mucho, me he leído varios libros de médicos, y he consultado con personas que están haciendo este tipo de dieta y con nutricionistas, y me animé a empezar una dieta cetogénica combinada con ayuno intermitente. Ya que todo en lo que se basa este tipo de dietas, tiene mucho sentido.
Quizá la teoría se podría resumir, en que el ser humano no ha evolucionado a lo largo de su existencia para el consumo de la cantidad de hidratos de carbono y azúcares que hoy en día consumimos, y que la industria nos ha metido con cucharón en los últimos 50 años. Y tampoco para comer la cantidad de veces que comemos hoy (una media de 5-6 veces al día). Y que la principal solución a la obesidad y multitud de enfermedades metabólicas reside en mantener a raya la insulina en sangre, que es la que evita la quema de grasas. Y básicamente que hay grasas y proteínas esenciales, pero no existe absolutamente ningún hidrato de carbono esencial. El cuerpo se adapta a no consumir la glucosa de los hidratos/azúcares y entra en cetosis, transformando la grasa que almacenamos en el glucógeno que el cuerpo necesita. Desde luego que hay muchísimo más a tener en cuenta, pero para eso, hay mucha información al respecto.
Los primeros resultados me parecieron abrumadores. Simplemente diré que en el primer mes perdí 10 kg. Está claro que perdí líquidos también. Pero en el segundo mes he perdido 8 kg. Y lo mejor de todo, no estoy perdiendo músculo, mi actividad en el deporte no se ha visto mermada, me siento enérgico a tope, duermo de maravilla, me concentro muchísimo más cuando programo, no paso hambre, y cada vez que me peso, sigo bajando.
Por cierto, recientemente mi endocrina recibió los resultados de unos análisis que me hice hace poco, y me llamó para decirme que había salido todo perfecto.
En estos momento, peso 128 kg. Es decir, que he bajado 32kg. Es cierto que ahora la pérdida se ha ralentizado, por lo que tras seguir documentándome y consultado mucho, he empezado a hacer ayunos más prolongados, de unas 42 horas.
Sigo entrenando de forma normal. Además, la semana pasada me fuí a correr en ayunas de 42 horas, e hice 5 km. Ayer volví a salir a correr en ayunas también de 42 horas e hice 6,5 km. No solo me flipa el haber salido a correr por iniciativa propia, sino lo bien que me he sentido haciéndolo.
Por supuesto es una dieta restrictiva, nada de arroz, nada de pasta ni de pan (harinas), casi nada de fruta. Solo verduras, grasas y proteínas. Quién me iba a decir que dejaría de tomar pan, arroz y fruta. Es una dieta con la que me siento bien y me funciona, y estoy tan motivado que ahora mismo no me planteo ni de coña comerme un bocadillo, o unas patatas fritas. Así que voy a aprovechar el tirón.
Y bien. Después de haber contado todo esto, no quiero que nadie piense que estoy dando lecciones de superación, y de que “si yo puedo tú también” y esas mierdas. Sé lo que es encontrarse en un pozo del que no sabes salir, y además te sientes culpable de estar en ese pozo y los demás también te culpan por ello. Pero no es culpa tuya. La industria alimentaria gana dinero haciéndonos adictos al azúcar (más adictivo que la cocaína), y la farmacéutica vendiéndonos medicamentos (que no curan) a los enfermos por culpa del azúcar. Te recomiendo que veas el documental “Fat Fiction” y te aclarará todo lo que cuento.
(Si quieres profundizar en el tema, el libro que siempre recomiendo es «El Código de la Obesidad» del Dr. Jason Fung)
Quienes se hayan podido sentir identificados de alguna manera conmigo y con mi situación inicial, solo quiero decirles que lo que me ha motivado a cambiar ha sido, ni más ni menos, que el miedo. Miedo a vivir una vida de enfermedad y de depender de los demás demasiado pronto. Miedo a hacer sufrir a mis seres queridos. Y miedo a perderme tantas cosas maravillosas que aun me quedan por vivir. Tengo una familia y unos amigos maravillosos, un trabajo que me apasiona y una vida plena, y quiero disfrutar de todo ello hasta el último aliento.
A veces el miedo te paraliza, y otras, te hace salir corriendo.
No quiero terminar sin volver a dar las gracias a Clara, quien se ha volcado conmigo en todo esto, quien me ha animado a tope desde el primer momento y quien ha adaptado su vida para que yo pudiese ir a entrenar. Ahora tengo la suerte, no solo de compartir con ella la vida, sino también un deporte.
NOTA: En breve jugaré la partida de frontenis con Hugo.
ACTUALIZACIÓN a 21-11-2020: Hoy he jugado la partida de frontenis con Hugo (Publicación en Instagram)
Carmen dice
Así, a corazón abierto, te diré que efectivamente, las personas que te queremos hemos sufrido al ver como trataba a tu único hogar real y lo único que vas a tener para toda tu vida, que es tu cuerpo. Y el alivio de ver que por fin cogías el toro por los cuernos se convirtió en auténtico orgullo por la manera en que lo has hecho y sigues haciendo. Porque queda camino, pero menos con cada paso.
Y yo personalmente siento lo mismo que a los 12 años: que me vas abriendo camino para enseñarme que a los «no puedo» hay que añadirle el «todavía». Le tenía tanto miedo al killer que no me decidía y ahora es mi hora de la semana. Una hora con la mente en blanco, preocupada por sobrevivir jajaja, pero bien acompañada. Y Miguel, con toda la naturalidad del mundo te enseña que cuando te crees que tienes el mundo encima, sólo tienes que mirar hacia arriba y ver que encima de ti sólo está el cielo. Nos deja sin respiración para darnos oxígeno.
Enhorabuena por este cambio. Atreverse a cambiar de maceta es de valientes. Te quiero y te admiro.
José Ramón Sahuquillo dice
Estoy disfrutando muchísimo de poder entrenar contigo. Es algo que parecería imposible hace algo más de un año. Me encanta que se te haya quedado lo de un «no puedo» tan solo es «todavía». Te quiero hermana.
¡FABULOSO!
Tremendamente orgulloso de ti , de tu esfuerzo y de esa mentalidad con la que has conseguido dar una vuelta de tuerca y mejorar tu calidad de vida y la de los tuyos…. sigue así y en un rato te veo que hoy te toca!!
Gracias Miguel. Empecé a entrenar contigo sin estar totalmente convencido de a dónde llegaría, ni cuánto duraría, ¡pero me has lanzado hasta el infinito y más allá! Es muy duro, me alegro mucho cuando termino, pero valoro todos y cada uno de los momentos que duran nuestros entrenamientos.
Enhorabuena! Me parece muy emociante leer tu historia, ver que has encontrado tu camino, tu manera de cuidarte y de sentirte bien.
Es impresionante leer esos saboteadores que todos usamos en primera persona y como cambia la vida cuando aprendemos a decirles: gracias, pero no me ayudas.
Sobre alimentación tienes una compañera de entrenamiento que sabe mucho 😉 y en todo caso hay tantas formas de comer como personas ¿te sienta bien el ayuno y la ceto? Perfecto. Pero si me admites un consejo: no te obsesiones. Si algún día te apetece transicionar a los hidratos, no vas a recuperar el peso perdido siempre que lleves una alimentación saludable.
Y nada, que me ha encantado leerte y os deseo suerte en el entrenamiento de esta tarde 😀
Un abrazo.
¡Gracias Blanca! Si, mi hermana es una enciclopedia de nutrición. Y comento cosas con ella. Respecto a lo de obsesionarme, lo tengo claro. Estoy ahora mismo con mucha motivación, y estar en cetosis me está ayudando mucho. Pero tengo claro que llegará un día en que volveré a incorporar algún carbohidrato, solo por el hecho de comer una paella en familia, o unas palomitas en el cine. Pero sin dejar de lado este nuevo estilo de alimentación, y por supuesto, el ayuno se queda.
El entrenamiento ha sido demoledor, como siempre. Jaja.
Sin ánimo de ofender… no eres grande, eres enorme. ? Por tu valentía, sinceridad, tesón, espíritu de sacrificio y calidad humana.
Tu post me ha hecho sentir muchísimas cosas. Me ha emocionado en muchos momentos y me ha hecho sentir orgullosa de haber conocido a ese ‘Josep’ recién salido de la Universidad y ver que hoy se ha convertido en un hombre, padre y pareja (se le ve a Clara en la cara) todavía más maravilloso del que era cuando le conocí.
También me ha hecho sentir tremendamente culpable porque hoy me había planteado firmemente salir a correr pero me he quedado el el sofá. ?
Enhorabuena por tus grandes logros y ¡sigue así! que ahora ya has comprobado que Killer tiene razón y PUEDES. ?
Feliz Cumpleaños!!!
PD: A mi el miedo también me hizo correr y es de lo mejor que hecho. ?♀️
Jaja, ¡tú no puedes ofender Pat! Y muchísimas gracias por tus palabras. ¡Y a ver si nos juntamos un día y nos ponemos al día! Muchos besos.
Baby. Te admiro.
Y me alegro muchísimo de este camino que has tomado. Honrando el cuerpo que nos da la Vida y se queja sólo cuando está al límite y a veces es mucho límite. Ahora toma la llave de la puerta que pasaste y mándale a tomar por culo lo más lejos que puedas. Hace más de una década que colgué la raqueta de frontenis por una doble lesión, pero igual me pongo a la cola tras Hugo, y celebramos una pachanga para brindar por el reto.
Un fuerte abrazo, siempre.
Gracias Elena. Pues si, la llave esa ya la estoy mandando bien lejos. Respecto a la partida de frontón con Hugo y conmigo, ¡estaríamos encantados! Nos falta uno. ¿Joaquín, Clara?
Un abrazo bien grande.
Jose Ramón, enhorabuena.
Constancia, esfuerzo y sacrificio amigo!!!
Si algún día te apetece tomar un café juntos, tengo muchos puntos contigo, a parte de la programación claro, soy diabético más de 35 años y desde pequeñito he tenido el sacrificio de la alimentación y el esfuerzo del deporte todos los días.
Salgo todos los sábados a correr a Patacona un poquito y después me meto en el mar sin neopreno, un quema grasas natural super efectivo, te lo recomiendo, si te apetece, me lo dices y quedamos un sábado de estos vale?
¡Hola David! Lo del café en primer lugar lo veo. Lo de ir a correr, yo de momento corro poquito y lento y posiblemente te frenaría, pero no te digo no a salir a correr más adelante. ¡Y lo de meterse en el mar suena de maravilla!
Correr, mi cuñado y yo somos muy mastodontes para correr en serio, yo superó los 1,90 y el está en los 2’00 🙂
El objetivo no es machacarse a correr, es mover la sangre para después meterse en el agua fuerte y hacer la reacción explosiva quema-grasa, total que nos hacemos unos 3kms y pico a 7’20, jajajaja.
Tengo un móvil tuyo acabado en 764 si me dices que es correcto te mando WhatsApp, sino, me mandas un correo con el correcto vale?
Grande Sahu!!! Tuve la suerte de conocerte este verano con uno de esos “almorzarets” y me ayudaste mucho en la toma de decisión para emprender un Bootcamp como el de Ironhack. Llevo 5 semanas inmerso en él y no puedo estar más contento y seguro de haber tomado esta decisión y este cambio de vida laboral. Sin darte cuenta eres un ejemplo a seguir solo contando tus experiencias.
Te deseo lo mejor en este nuevo reto, sigue persiguiéndolo porque estoy convencido de que la recompensa llegará y nos alegraremos todos los que te conocemos de leer tus resultados en el próximo post anual.
Y por cierto…. Felicidades!!!
¡Siii! ¡El último bocadillo antes de empezar la dieta fue contigo! No he vuelto a probar el pan.
Muchas gracias. Me alegro de que te esté yendo tan bien en el Bootcamp, y me alegro de que mis experiencias puedan inspirar o ayudar a alguien a dar pasos hacia donde pueda ser más feliz. ¡Dale caña a ese JavaScript! Un abrazo.
José, eres un luchador, el miedo está ahí para poder vencerlo como lo estas haciendo.
A nodotr@s y cuando digo nosotr@s me refiero a la melliza de Ana, que es Lucía, a mi mujer y a mi, el miedo lo tenemos por Ana, no entraré en detalles, pero si quieres conocer del tema, puedes preguntarle a tu hermana Carmen, ya que somos de la familia.
Llevamos años peleando por y con ella, pero desde 2018, ha sido mayor la lucha.
Ahora vamos vislumbrando un poco la luz, entre uno de sus logros después de casi tres años a podido volver a montar conmigo en su tándem.
El miedo está ahí, porque nos queda mucho que pelear, pero seguiremos a su lado, pero el miedo es: ¿qué pasará cuando nosotr@s no estemos?…
Mucha fuerza y mucho ánimo, José.
Un fuerte abrazo de tu tocayo.
Hola José Antonio. Mi situación es una minucia al lado de la vuestra. Vosotros sois luchadores y sois héroes. Y por supuesto un auténtico ejemplo de superación y amor. Os deseo mucho ánimo y fuerza para seguir luchando. Un fuerte abrazo.
Carajo! Siempre me pones los pelo de punta. Pues yo siempre he apostado por ti aunque no te lo diga, que lo sepas. Me encantas, me encantáis y esto se consigue primero por tu actitud y segundo, sabes que detrás de un gran hombre está Montesinos. Muy orgullosa de ti. Ojalá organicemos pronto una quedada y a remar!!!.
Besos y abrazos enormes.
Muchas gracias. Si, la culpa de todo esto ten por seguro que es de la Montesinos, jaja.
¡Veo esa quedada remera!
Muchos besos.
Eres increíble mi gran amigo Sahu.
Tercer año que leo tu post y cada vez estoy más orgullosa de tu actitud frente a la vida. Te esfuerzas y lo consigues, nunca pierdas esa cabezonería que se que tienes en la programación y en general.
Esperando el momento en el que volvamos a formar otro equipazo como el primeriteam!
Un gran abrazo.
¡Muchas gracias Nuria! ¡Cómo me gustaría volver a estar contigo en «loquesea-team»! Besos.